Especial

La Palabra del Domingo

Rufino Giménez Fines

Ser testigos

En este tercer domingo de Pascua corresponde la lectura del Evangelio de San Lucas, Capítulo 24, versículos del 35 al 48: “Ellos, por su parte, contaron también lo que les había sucedido en el camino y cómo habían reconocido a Jesús cuando partía el pan. 36 Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: — ¡La paz sea con ustedes! 37 Sorprendidos y muy asustados, creían estar viendo un fantasma. 38 Pero Jesús les dijo: — ¿Por qué se asustan y por qué dudan tanto en su interior? 39 Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo. Tóquenme y mírenme. Los fantasmas no tienen carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo. 40 Al decir esto, les mostró las manos y los pies. 41 Pero, aunque estaban llenos de alegría, no se lo acababan de creer a causa del asombro. Así que Jesús les preguntó: — ¿Tienen aquí algo de comer? 42 Le ofrecieron un trozo de pescado asado, 43 que él tomó y comió en presencia de todos. 44 Luego les dijo: — Cuando aún estaba con ustedes, ya les advertí que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió la mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras. 46 Y añadió: — Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; 47 y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. 48 Ustedes son testigos de todas estas cosas”.
 
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En este texto vemos que San Lucas destaca mucho el desconcierto y duda de los discípulos a quienes describe contentos por la aparición de Jesús, pero también algo incrédulos, por lo que los invita a tocarle e incluso come delante de ellos para demostrarles que no es un fantasma: es verdaderamente el resucitado, y ha de proclamarse a todas las naciones un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. 
 
Y nosotros, ¿Qué actitud tenemos frente a esta circunstancia? En el documento Lumen Gentium del Concilio Vaticano II podemos leer: “Todo laico debe ser delante del mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús”.
 
Es decir, no tenemos que guardarnos lo que nos pasa. Hay que compartirlo para que se multiplique el mensaje. Somos testigos cuando experimento su presencia y su consuelo, cuando me da la fuerza para abrirme a los demás, de perdonar, de estar en paz incluso en la peor de las tormentas… En definitiva, la resurrección es para vivirla y, como consecuencia de ello, testimoniarla. 
 
Al participar de la Eucaristía, significa ser compañeros en la necesidad de recibir ese alimento sin el cual no podemos vivir. Significa ser compañeros en la esperanza, compartiendo una mesa que nos hace iguales a todos y nos empodera a vencer nuestros miedos, aceptarnos como somos, y ser empáticos. 
 
Así como Jesús resucitó por mí, por cada uno de nosotros, ahora es tiempo de resucitar a través de una conversión cotidiana. El resucitado sigue siendo el centro de la fe de una comunidad convocada, redimida y dispuesta a compartir. 
 
Aquí vemos que después de entender los acontecimientos del Viernes Santo, los Apóstoles ya están listos para ser enviados a la gran misión: ser testigos de todo esto. Y para apoyarles, les deja la fuerza que viene de lo alto y es la presencia del Espíritu Santo.
 
¿Dónde podremos encontrar nosotros al Resucitado? No hace falta experimentar un milagro, sino más bien estar abiertos. Puede pasar durante un retiro espiritual, un acontecimiento feliz, una pérdida de alguien querido, una enfermedad que disminuye toda posibilidad de hacer y que me lleva lentamente… cualquier escenario es propicio para dialogar con Jesús si nuestro corazón está abierto a que así suceda, en la certeza de que está vivo, nos escucha y acompaña. 
 
Dicho esto, hay que aclarar que se trata de un camino interior pero sinodal a la vez, es decir, en la comunidad y la comunión de la iglesia que nos apoya y guía.
 
Como conclusión, podemos repasar las secuencias y conceptos principales presentados por San Lucas: 1- La aparición de Jesús en el cenáculo, en ausencia de Tomás. 2- La segunda aparición que confirma la resurrección de Cristo. 3- No sólo lo tocan, Cristo come con ellos, cuando los fantasmas no comen. 4- La resurrección de Cristo es un dogma fundamental de nuestra Fe. 5- La confirmación de la divinidad de Cristo, quien había profetizado que resucitaría al tercer día para demostrar que era el Mesías. 6- La resurrección de Cristo es, también, prenda de nuestra propia resurrección al final de los tiempos. 7- Está en nuestras manos ser salvados, actuar para que así sea.        
  
Nadie nos pide que Entonces, podemos dar testimonio de eso en la medida en que haya resucitado y viva dentro de mí.  

Por Rufino Giménez FinesSacerdote Rogacionista