Especial

La Palabra del Domingo

Rufino Giménez Fines

Con olor a ovejas

En este cuarto domingo de Pascua corresponde la lectura del Evangelio de San Juan, Capítulo 10, versículos del 11 al 18: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor se desvive por las ovejas. 12 En cambio, el asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye, dejando que el lobo haga estragos en unas y ahuyente a las otras. 13 Y es que, al ser asalariado, las ovejas lo traen sin cuidado. 14 Yo soy el buen pastor y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, 15 del mismo modo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y doy mi vida por las ovejas. 16 Tengo todavía otras ovejas que no están en este aprisco a las que también debo atraer; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor. 17 El Padre me ama porque yo entrego mi vida, aunque la recuperaré de nuevo. 18 Nadie me la quita por la fuerza; soy yo quien libremente la doy. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla; y esta es la misión que debo cumplir por encargo de mi Padre”.

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La figura del Buen Pastor carga con todo un trasfondo bíblico en el Antiguo Testamento y tiene un valor mesiánico… Jesús es el Buen Pastor que cumple con las promesas de Dios y encarna las esperanzas de su pueblo. En Ezequiel 34:23 podemos leer: "Entonces pondré sobre ellas un solo pastor que las apacentará, mi siervo David; él las apacentará y será su pastor".
 
Jesús no es sólo un buen pastor que realiza y cumple con las cualidades de un buen pastor, llevando el rebaño a lugares seguros, y a pastos fecundos: en absoluta libertad, llega a darse a sí mismo al punto de privarse de su vida por los demás y la salvación de mundo. 
Así, establece con su rebaño una nueva relación de “conocimiento” no sólo intelectual sino también íntimo, a nivel espiritual. Hablamos de un intercambio recíproco de amor.
 
Jesús revela su misterio confrontando así con los “falsos pastores” quienes se comportan como asalariados que no sienten verdadera pertenencia con el rebaño: en los momentos difíciles se borran... no aman a las ovejas que les han encomendado, no las sienten suyas.
Jesús no sólo da la vida por el rebaño, sino que conoce a cada una de ellas, y ellas lo reconocen como su pastor. Esta relación está caracterizada por la comprensión, la confianza mutua, la comunión de corazón y de pensamiento. Todo esto brota de la fe, y conduce a esa intimidad divina. 
 
En perspectiva con el Antiguo Testamento, digamos también que el amor que viene del Buen Pastor supera los confines del redil judío, sin hacer distinciones, para afirmar una única comunidad de creyentes, y sin límites: ama a todos y quiere llegar a todos: “Tengo todavía otras ovejas que no están en este aprisco a las que también debo atraer; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor”.
En este sentido, recordemos al Papa Francisco dijo que quiere sacerdotes más cercanos a la gente; "pastores con olor a oveja en medio del rebaño" y una Iglesia que "salga hacia la periferia". Pidamos entonces por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Todos estamos invitados a emular al Buen Pastor a través de nuestros grupos y movimientos, y en las diferentes etapas de la catequesis; ser continuadores como discípulos y misioneros llevando y difundiendo el testimonio del Buen Pastor que dio su vida por nosotros. 
 
Envía Señor apóstoles santos a tu Iglesia.  

Por Rufino Giménez FinesSacerdote Rogacionista