Campana Noticias
¿En canchas privadas no, pero en potreros si?
Esta tarde, responsables de canchas de fútbol 5 de la Ciudad y sus familiares se manifestarán frente al Palacio Municipal, solicitando la reapertura de la actividad. Mientras desde la Intendencia se les autorizó y luego restringió dicha posibilidad, en los potreros y canchas libres los campanenses se sacan las ganas de jugar, aunque sin ningún tipo de control.
El avance de la pandemia dio vueltas las cosas. Con más de seis meses de restricciones e imposibilidades para ciertas actividades, aquello que se encuadraba en el marco de lo lógico y bajo la premisa de “controlar para cuidar”, hoy se torna, además de insostenible, ridículo.
Como la propia comunidad lo señaló al pedir a gritos la reapertura de las calles bloqueadas con tierra, puntualmente el acceso del Bv. Dellepiane desde la Ruta 6, no respondía a ninguna lógica mantener los cierres cuando ya no existen controles en las tres vías “oficiales” de ingreso/egreso, llámese Av. Mitre, Av. 6 de Julio o el Arco. Mucho menos, si pensamos en lo grotesco de considerar a quienes no viven en la zona céntrica como “foráneos”, exigiéndose identificación para transitar por la propia ciudad. Cuando en definitiva, todos usamos los mismos centros de salud, e incluso, el mismo cementerio.
Lo que ocurre con las canchas de fútbol 5 recorre el mismo camino. El de lo ilógico. Porque la prohibición del deporte como forma de evitar contagios de Coronavirus, teniendo en cuenta la proximidad entre sus participantes que la práctica obliga, tenía sentido cuando era total. Es decir, cuando las autoridades relevaban e incluso documentaban las faltas ciudadanas a través de actas contravensionales. Ahora… con los campos de juego “free” repletos los fines de semana, con los potreros llenos de gente, ¿no es más sano jugar en lugares donde controlan la temperatura al ingresar, donde tienen un listado de cada jugador, proveen de alcohol en gel y cuidan del bendito distanciamiento y uso de barbijo antes y después de cada encuentro?.
Pareciera que no, al menos, para quienes son los responsables de las decisiones en la Ciudad. Aún cuando con bombos y platillos se anunció la reapertura de los complejos, para horas más tarde, dar marcha atrás con la medida, inculpando en ocasiones a los propios dueños acusándolos de “incumplimiento” de un condicionamiento imposible. “El que propuso el fútbol metegol (N de la R: sin contacto físico y con la cancha dividida en zonas) nunca en su vida pateó una pelota” explicó uno de los afectados por esta determinación, más que incomprendida principalmente por los jugadores.
El reclamo de los trabajadores del sector, ahora, va mucho más allá de los casi seis meses que llevan sin trabajar, sin recibir ayuda alguna y siendo víctima en algunos casos de actos vandálicos en sus predios. Porque con el anuncio de la “falsa” reapertura, invirtieron, compraron lectores de temperatura, material sanitizante, descartables y más. Al rojo de las cuentas se suma las exigencias en vano impuestas por el Municipio, que ahora no solo no les da respuesta, sino que además pareciera ni siquiera escucharlos. Y las gestiones presuntamente realizadas ante la Provincia, para los damnificados, tienen gusto “a poco”.
Por eso, marcharán esta tarde, a las 17 horas, desde la escalinata de la Plaza Eduardo Costa hasta el Palacio Municipal. Lo harán junto a sus familias, y según explicaron, respetando el distanciamiento social impuesto por la pandemia, que muchos confunden con sordera política y hasta con ceguera crónica.
Como la propia comunidad lo señaló al pedir a gritos la reapertura de las calles bloqueadas con tierra, puntualmente el acceso del Bv. Dellepiane desde la Ruta 6, no respondía a ninguna lógica mantener los cierres cuando ya no existen controles en las tres vías “oficiales” de ingreso/egreso, llámese Av. Mitre, Av. 6 de Julio o el Arco. Mucho menos, si pensamos en lo grotesco de considerar a quienes no viven en la zona céntrica como “foráneos”, exigiéndose identificación para transitar por la propia ciudad. Cuando en definitiva, todos usamos los mismos centros de salud, e incluso, el mismo cementerio.
Lo que ocurre con las canchas de fútbol 5 recorre el mismo camino. El de lo ilógico. Porque la prohibición del deporte como forma de evitar contagios de Coronavirus, teniendo en cuenta la proximidad entre sus participantes que la práctica obliga, tenía sentido cuando era total. Es decir, cuando las autoridades relevaban e incluso documentaban las faltas ciudadanas a través de actas contravensionales. Ahora… con los campos de juego “free” repletos los fines de semana, con los potreros llenos de gente, ¿no es más sano jugar en lugares donde controlan la temperatura al ingresar, donde tienen un listado de cada jugador, proveen de alcohol en gel y cuidan del bendito distanciamiento y uso de barbijo antes y después de cada encuentro?.
Pareciera que no, al menos, para quienes son los responsables de las decisiones en la Ciudad. Aún cuando con bombos y platillos se anunció la reapertura de los complejos, para horas más tarde, dar marcha atrás con la medida, inculpando en ocasiones a los propios dueños acusándolos de “incumplimiento” de un condicionamiento imposible. “El que propuso el fútbol metegol (N de la R: sin contacto físico y con la cancha dividida en zonas) nunca en su vida pateó una pelota” explicó uno de los afectados por esta determinación, más que incomprendida principalmente por los jugadores.
El reclamo de los trabajadores del sector, ahora, va mucho más allá de los casi seis meses que llevan sin trabajar, sin recibir ayuda alguna y siendo víctima en algunos casos de actos vandálicos en sus predios. Porque con el anuncio de la “falsa” reapertura, invirtieron, compraron lectores de temperatura, material sanitizante, descartables y más. Al rojo de las cuentas se suma las exigencias en vano impuestas por el Municipio, que ahora no solo no les da respuesta, sino que además pareciera ni siquiera escucharlos. Y las gestiones presuntamente realizadas ante la Provincia, para los damnificados, tienen gusto “a poco”.
Por eso, marcharán esta tarde, a las 17 horas, desde la escalinata de la Plaza Eduardo Costa hasta el Palacio Municipal. Lo harán junto a sus familias, y según explicaron, respetando el distanciamiento social impuesto por la pandemia, que muchos confunden con sordera política y hasta con ceguera crónica.
