La hora que lleguemos entre las organizaciones sociales, las ONG formales y no formales, los partidos políticos en su conjunto y toda representación de la sociedad en acordar algo distinto, algo superador a lo que hoy tenemos.

La hora que se priorice el bien común por sobre defensas sectoriales o corporativas.

La hora que asumamos todos y cada uno de los que habitamos éste país, cuál es el grado de responsabilidad que nos toca.

La hora de saber que hoy es la salud, pero que la deuda interna sigue, crece y nos hacemos los distraídos.

La hora que no actuemos ni sobre actuemos cuando nos sucede un acontecimiento inesperado e imprevisible como el que nos toca vivir.

La hora de que quienes decidimos transitar lo que llamamos el “campo popular”, algunas cosas habremos hecho mal; fundamentalmente por no acompañar las urgencias y necesidades que nuestra gente tiene.

La hora de lograr entender sin que nos ponga colorados, ni nos auto-censuremos que el pueblo también se equivoca en sus prioridades, y lo más triste aún, que algunos dirigentes sociales hacen equivocar el camino.

La hora que mirando o posicionándonos desde el Estado, también muchas veces se los engaño, se los uso y que quizás se les hizo creer que estaba bien por dónde íbamos.

La hora de decir que en lo que respecta a la salud pública, su acceso se ve limitado no solo por la falta de recursos de todo tipo, sino que también las barreras a eliminar son cada vez más grandes y dificultosas.

Precisamente porque llegó la hora, no queda mucho tiempo si de verdad queremos un país con igualdad y justicia social (banderas que no tienen dueño), y no tendría que ser un slogan o declamación.

Ni el peor de los relojeros, se encontraría cómodo a la hora que llegamos, sin al menos logros mínimos y menos aún haberlos aumentado.

Para lograr algunas de las cosas que fui escribiendo implícita y explícitamente; la pobreza, marginación, y justicia social, nos falta participación, democratizar la información, y socializar el conocimiento

Uno escucha que algunos ya dirían, “yo hago y cumplo con lo que me toca”, y seguramente sea cierto. No alcanza y por si fuera poco en la mayoría de los partidos políticos siguen los mismos desde la vuelta de la democracia, es más, con la originalidad perversa de ir mutando entre ellos.

Esto tiene una ventaja, es tal el grado de mediocridad intelectual, de convicciones y falta de códigos que no se tornarían muy difíciles de enfrentarlos.

Por todo esto y muchas cosas más, no tengo dudas que ésta es la hora de cambiar y la hora de cambiar las formas, para cumplir con el deber de la patria, es decir con todos nosotros, con el objeto de:

“Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”

Estas reflexiones que me intereso compartir no son casuales, se encuentran dentro de un festejo y conmemoración de los 129 años de la U.C.R. Partido que sin dudas debe ser y es mucho más que el resguardo de los procesos democráticos y las libertades individuales, sino también un fiel garante de la lucha por los desposeídos, principio que nunca tuvimos ni tenemos que alejarnos u olvidar.