El deporte, el fútbol más precisamente, como en la política y en muchos órdenes de nuestra hoy por hoy agitada vida social, está dividido por la grieta: Menotti o Bilardo, Bilardo o Menotti.

Independientemente de que haya otros estilos o corrientes: el “Bianchismo”, el “Gallardismo”, el “Simeonismo”, el “Bielsismo”, etc…

Porque, al fin y al cabo, son los únicos dos directores técnicos que se han, y nos han, consagrado campeones mundiales de fútbol con la Selección Argentina.

Muchos dirán que el “menottismo” es mucho más lírico, del juego bonito y vistoso, de jugadores preocupados en desdoblarse ofensivamente…

Otros, que el “bilardismo” se preocupaba más en defender, que agrupaba gente del medio para atrás, que no lucía, pero que era práctico.

En definitiva, ¿no es lo que todos los futboleros queremos? Ganar jugando bien. Si no se puede, no perder. Y si hay que ganar, aún jugando mal o sufriendo, hacerlo. O sea, cada uno con su librito, ¡ganar!

Es la vida misma. Ni más ni menos.

Aunque en este caso, la grieta nos junte más de lo que parecería separarnos…