Especial

La Palabra del Domingo

Rufino Giménez Fines

Bendito seas

En este domingo último domingo del Tiempo Ordinario, corresponde la lectura del Evangelio de San Juan, Capítulo 18, versículos del 33 al 37: “Entonces Pilato volvió a entrar en su palacio, mandó traer a Jesús y le preguntó: — ¿Eres tú el rey de los judíos? 34 Contestó Jesús: — ¿Me haces esa pregunta por tu cuenta o te la han sugerido otros? 35 Pilato replicó: — ¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y los jefes de los sacerdotes los que te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho? 36 Jesús respondió: — Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis servidores habrían luchado para librarme de los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo. 37 Pilato insistió: — Entonces, ¿eres rey? Jesús le respondió: — Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que ama la verdad escucha mi voz”.

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En la misa de este domingo celebramos a Cristo Rey del Universo. En su Evangelio, San Juan nos presenta la realeza de Jesús en el contexto de su pasión, muerte y resurrección, que concluye con su ascensión… se trata del itinerario de este rey que, por sus acciones, se diferencia de todas las demás formas de poder. 

El juzgamiento y condena de Jesús es la consecuencia de varios rechazos por parte de las autoridades político-religiosas judías, escandalizadas por el mesianismo de Jesús. Lo cierto es que Jesús realiza las promesas del Padre, y al no adherirse a él dejaron de ser el Israel de Dios, equiparándose a cualquier otro pueblo considerado pagano… tanto es así que incluso lo consideran un malhechor. 
Para los cristianos, sus obras confirman y legitiman la misión de Jesús quien, además, rechaza el concepto de realeza que se basa en la fuerza y en el poder: “Mi reino no es de este mundo”, le dice a Pilato. Así, establece una frontera muy clara para el gobernador quien lo interpela desde el punto de vista político y jurídico de Roma. "Mundo" es una forma sintética de referirse a todo lo que contradice el proyecto divino.
Si pensamos la definición académica de rey, la primera imagen es la un tipo o clase de “soberano”. Pero también este vocablo define a una persona, animal o cosa que por su excelencia “sobresale entre los demás de su especie”… Jesús es rey porque da la vida por su pueblo. La realeza de Jesús no se basa en la injusticia o la opresión: en vez de tomar vidas, ofrece la suya para que todos tengamos la posibilidad y potencialidad de alcanzar y tener vida plena. 

“Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que ama la verdad escucha mi voz” le contesta a Pilato dejando muy claro cuál es su misión y a la vez, expresando uno de los desafíos de la comunidad cristiana: permanecer en la verdad, adherirnos a él, reconocer su realeza en términos de servicio y no de poder… pertenecer a su rebaño siguiéndolo libremente porque lo descubrimos y entendemos como único y necesario, dejando que actúe en nuestras vidas y a través de nosotros. 

La única espada y escudo que Jesús nos presenta es el AMOR (así con mayúsculas) para transitar un reino en el que se manifiesta la santidad, la vida, la justicia, la misericordia, la empatía, la solidaridad… que confluyen en la paz con nosotros mismos y con los demás, y por transición, de los demás para con nosotros. 

Esta gramática del amor nos libera de las ataduras terrenas… como dicen ahora los jóvenes: “dejamos de comernos la curva”, vemos un poco y bastante más allá de lo meramente superficial. Esto no significa que no caeremos a la banquina o al pasto. Pero, claramente, estaremos en mejores condiciones de diagnosticarlo rápidamente y con la capacidad volver al camino más temprano que tarde. Básicamente porque ya no estamos solos, contamos con el Reino, somos parte. Y si revisamos los evangelios veremos a un rey solícito, sirviendo, curando, enseñando, incluso comiendo con los pecadores, empoderando a los postergados… En definitiva, si queremos saber cómo es el Reino de Dios miremos cómo vivió Jesús.

Jesús es definido como el príncipe de la paz, defensor del pueblo, luchador en favor de los pobres y olvidados, profeta que levanta la voz por los caminos, maestro de toda sabiduría, hijo predilecto y amado de Dios, el elegido, el nacido de mujer y nuestro hermano, el hombre solidario y fiel al Padre, el que ha entregado su vida por la nuestra… en definitiva, es el Buen Pastor, amor entregado, el Verbo hecho carne que anduvo entre nosotros. Por eso es el Rey del Universo. ¡Bendito seas Señor Jesús!  

Por Rufino Giménez Fines – Sacerdote Rogacionista