El viento suena sin consuelo, trayendo las palabras dichas aquel verano.
Cada vez que recorro el andén desvencijado, me llega tu recuerdo.
Sigues sentada en el banco de madera aguardando un tren que nunca
llegará.
Todos los días te espero en el mismo lugar alimentando la esperanza del
reencuentro. Te vislumbro con tu pelo largo y tus ojos de mirada
interminable que miraban sin ver. Después de un largo viaje estoy
cansado de esperar tu regreso. Al borde de los sueños, trato de
explicarme tu ausencia y cada día se repite un nuevo adiós.
Guillermo Guasconi