Especial

La Palabra del Domingo

Rufino Gimenez Fines

Hacerse projimo

En este XV Domingo del Tiempo Ordinario, corresponde la lectura del Evangelio de San Lucas, Capítulo 10, versículos del 25 al 37: "Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: — Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? 26 Jesús le contestó: — ¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí? 27 Él respondió: — Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Jesús le dijo: — Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás. 29 Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió: — ¿Y quién es mi prójimo? 30 Jesús le dijo: — Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo. 32 Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo. 33 Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido. 34 Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él. 35 Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios al posadero y le dijo: "Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta". 36 Pues bien, ¿cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones? 37 El maestro de la ley contestó: — El que tuvo compasión de él. Y Jesús le replicó: — Pues vete y haz tú lo mismo".
 
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A través de la Parábola del Buen Samaritano, Jesús nos propone uno de los mejores ejemplos del amor cristiano y luego nos dice: has tú lo mismo. El mensaje es el amor a todos, incluyendo a nuestros “enemigos”, por quienes tenemos que tener misericordia y pedir por su iluminación. 
Los judíos consideraban prójimo al próximo, al cercano… es decir, sólo a sus compatriotas. El mensaje central está en la actitud del samaritano, es decir de aquel hombre oriundo de Samaria, ciudad considerada “enemiga” por los judíos por estar supuestamente habitada por herejes y cismáticos. Por eso, hay que comprender que la parábola de Jesús fue inesperada y hasta escandalosa si consideramos quién el protagonista: un samaritano había tratado con amor a un judío caído en el camino, mientras que dos hombres dedicados al servicio de Dios, el sacerdote y el levita, lo evitaron. 
 
Es decir, como el refrán popular, esta parábola explica que “el hábito no hace al monje…” y también nos habla de ejercer el “amor práctico” hacia los demás en general, y en particular al necesitado.
 
También es cierto que en aquel tiempo se creía que si el sacerdote o el levita hubiesen tocado al lesionado, se habrían contaminado y no serían dignos de servir en el templo… Desde esta perspectiva, Jesús habla del nuevo orden del reino de Dios, cuestiona ese tipo de tradiciones, e incluye ya no sólo los judíos, lo cual es un concepto muy disruptivo en sí mismo y difícil de asimilar para la época. 
 
Por eso, y luego de tanto tiempo transcurrido desde aquellos primeros días, nuestra comunidad cristiana se define como “abierta y acogedora”, que imita a aquel samaritano, donde nadie es considerado como ajeno o extraño, enemigo o herético. 
 
Hacerse prójimo es comprender este mensaje, y romper con la barrera emocional que nos separa del otro, que nos aleja de nuestros semejantes. La comunidad cristiana es la casa de los sin casa, el ámbito donde todos son tratados con dignidad, respeto y amor, y donde se reparan las llagas del dolor, la enfermedad, la tristeza, la soledad, la discriminación… 
 
Hacerse prójimo es abrirse, escuchar, respetar, valorar, estar dispuesto a extender una mano a todos los otros. El seguimiento de Cristo pasa por la realización del amor con gestos concretos, lo cual incluye a sacerdotes, agentes de pastoral y laicos en general. 
 
Por supuesto, siempre vamos a encontrar contradicciones en su accionar, nadie es infalible. Pero no por eso hay que perder de vista la profundidad y validez del mensaje… Cualquiera se puede apartar del camino por cualquier razón, pero tenemos el GPS disponible que es la Palabra: ella que nos devolverá a la senda correcta. 
 
En esta parábola tenemos a los ladrones que golpean y despojan de todo al hombre, a quien abandonan medio muerto a la vera de un camino… tristes indolentes que no saben lo que hacen. En cambio, el samaritano se acerca, lo cura, incluso paga por su hospedaje hasta que se reponga. 
 
Este mensaje sigue más vigente que nunca, mientras vemos cómo todo se justifica bajo la lógica del individualismo y el sálvese quien pueda… 
 
Despertemos. Hagamos el bien, imitemos al buen samaritano en nuestras familias y con el prójimo, siempre en nombre y para gloria de Dios, quien habita en nosotros. El caracú del tema pasa porque no sea un gesto aislado, sino por construir paso a paso un estilo de vida naturalmente pleno y trascendente. ‘Den y recibirán’ dice el Maestro. Y es que hacer el bien, de manera desinteresada, nos hace bien. No tengan la menor duda. 
 
Por Rufino Giménez Fines 
Sacerdote Rogacionista