Campana Noticias
El hombre delante del clima
12/02/2013 09:01

Carlos Martínez: el meteorólogo más famoso de la región

El responsable de los pronósticos climáticos de Campana Noticias nos cuenta de sus inicios en la profesión, de sus excursiones a la Antártida y de los que significa para él su labor cotidiana.
La tarde acababa de comenzar. El sol apenas se había desplazado de su punto más álgido en el firmamento. Sus rayos derretían la brea del pavimento y rajaban la tierra de los jardines. Ciertamente, era un día para maldecir el clima, hasta que recibí un llamado que modificó la calurosa perspectiva que tenía por delante. “Te espero en casa”, fueron las escuetas palabras que me dirigió Carlos Martínez, el único meteorólogo profesional de nuestra ciudad. La persona que a diario nos alerta sobre el clima que nos depara.

Yo no lo conocía. Sabía de su trabajo y de la repercusión que ha ganado en las redes sociales, pero jamás lo había visto. Al llamado a la puerta contestó un hombre sereno, de voz tenue, cuya presencia de entrecasa no le mermaba prolijidad. Vestía de chomba color salmón, estaba peinado con raya al costado y llevaba anteojos de grueso marco, esos que le dan el aire a su dueño de que lo importante en él pasa por la cabeza. “De chico me gustaba la naturaleza, la geografía. Pasaba horas mirando mapas”, confiesa al rastrear en su infancia los gérmenes de su pasión.

Al principio, Carlos no se mostraba como un hombre de muchas palabras. Pero cuando la charla ganó temperatura al calor del relato de su vida, no fue necesario hacerle demasiadas repreguntas. Ama lo que hace y se esfuerza por hacerlo mejor. “Puedo estar tomando datos de 200 fuentes distintas, todo con el fin de realizar un pronóstico útil a la gente”, dice. Así es, su trabajo no sólo se trata de mirar hacia arriba.

The Weather Man

“Cuando estaba cursando el 3° año del secundario, me di cuenta que lo mío era el clima. Revise la guía del estudiante y me decidí por la carrera de Meteorología, que se da en la UBA”, recuerda. Con excepción de una colega mayor -y que no se dedica a la actividad-, nadie en la ciudad acompaña a Carlos en su especialidad, debido a que “es una carrera con poca difusión. Además, se dicta en un sólo lugar. Ahora hay tecnicaturas y cursos, pero no forman pronosticadores”.

Título en mano, la salida laboral de Carlos -que hasta ese entonces le era una incógnita- se resolvió rápidamente: entró al Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Se hizo desde abajo, a base de esfuerzo y precisión, desempeñándose primero en la Oficina Antártica y luego en la de Pronósticos. De su trabajo allí los más memoriosos tendrán recuerdo, ya que en muchas ocasiones salió por la pantalla de Crónica TV y demás canales, brindando augurios climáticos para todo el país.

Martínez hoy divide su tiempo entre múltiples ocupaciones. Diagrama rutas aéreas para los vuelos del aeropuerto de San Fernando, da clases en la Escuela de Prefectura Naval y pronostica para los campanenses a través de “El Tiempo en Campana”, el blog que tan famoso lo ha vuelto en sus pagos. “Empecé hace unos años y ya llevo más de 2.500 pronósticos publicados. Comienzo temprano en la mañana, veo lo que pasa arriba y lo que me dicen las estaciones climatológicas cercanas, como la de la UTN. Observo, comparo, analizo y pronostico. A la tarde vuelvo a repetir el proceso. Lo hago porqué me gusta y le sirve a los vecinos”, confiesa con elevado porcentaje de humildad.

Sobre Hércules a la Antártida

Su profesión de meteorólogo no siempre lo ha destinado a observar a su alrededor y chequear datos en su compu. Muchas veces lo retó a vivir aventuras extremas. Por más conocedor del clima que sea, no es inmune a sus efectos, y el gélido viento antártico no paró de recordárselo en las seis veces que visitó el continente blanco. “Fui como personal del SMN. Sucede que gran parte de los acontecimientos climáticos de aquí tienen su origen allí. Por ejemplo, los frentes de aire frío que llegan hasta nosotros. De ahí el interés en saber qué está pasando en la Antártida”, explica.

Actualmente, hay cruceros de lujo que ofrecen expediciones marítimas hacia el polo sur. Pero la experiencia de Carlos distó varias leguas de ser cómoda y lujosa. Dice que la calidad de la estadía depende bastante del “grupo que te toque, cuán ordenado y respetuoso sea cada uno con los demás. El líder de la misión también tiene su cuota de responsabilidad, al ser quien manda y organiza al resto”.

Los viajes en los Hércules C-130 de la Fuerza Aérea tampoco hicieron más amenas sus travesías. “Al ser transportes de carga, no es nada placentero viajar en ellos”, comparte. Una vez en tierra firme, el terrible vendaval antártico es el problema. Adentro, la calefacción de las instalaciones reconforta. Afuera “molesta el viento, que está presente casi siempre y complica las tareas”.

A pesar de haberse instruido en sus reiterados viajes al polo, Carlos prefiere ahora ejercer en nuestra región, para pasar la mayor cantidad de tiempo con su familia. “Puede ser que en algún momento tenga que volver como asistente meteorológico de vuelo”, avisa. Si lo necesitamos acá, ¿cómo no lo van a requerir en la Antártida?

Nada es imposible

Decenas de veces hemos salido a pasear el paraguas, otras tantas se nos han aguado paseos al aire libre sin previo aviso. A pesar de ser una ciencia, en meteorología los cálculos pueden fallar. Seguramente, a Carlos le ha pasado algunas veces, pero ninguna le había traído tantos inconvenientes como la que sigue. Despertó tantas ilusiones que los reproches le cayeron por mil. Aunque años después fueron los demás quienes tuvieron que retractarse.

Corría el año 1995. Carlos estaba de guardia, a cargo del equipo de pronosticadores del día. Tras un fluido debate, Carlos dio luz verde para comunicar lo que el equipo creía que iba a suceder de un momento a otro: una insólita nevada se precipitaría sobre Capital Federal. La noticia no tardó en propagarse por los medios, y los porteños se aprestaban a disfrutar de una jornada histórica. Sin embargo, la nieve nunca llegó.

Al día siguiente, los medios de comunicación cargaron tintas contra el SMN. “Recuerdo en particular la nota de Clarín, realmente muy dura con nosotros”, indica el meteorólogo. Buscando un culpable, las autoridades del Servicio lo señalaron como el responsable de la equivocación. “Yo hice lo que tenía que hacer. Los datos eran claros, junto al equipo decidimos que había grandes probabilidades de nevada. Si era así, había que pronosticarlo”, argumenta. Luego de verificar los datos, “las autoridades interpretaron que había sido un error, ya que en Buenos Aires, a pesar de lo que digan los datos, no puede caer nieve. Sucedió una vez en 1918, pero como la ciudad se transformó en un macizo de cemento, era imposible que esas condiciones volvieran a repetirse”.

No obstante, la naturaleza les demostró a los popes del SMN y a los periodistas ávidos de escándalos, que los cálculos de Carlos estaban en lo cierto. En 1995 sólo faltó la complicidad final de la naturaleza, algo que acompañó el 9 de julio de 2007. “Ese día supe que podía llegar a nevar. Por suerte para el SMN, yo no estaba de turno. Si lo hubiese estado, no lo hubiese puesto en el pronóstico, si para ellos ´es imposible que nieve en Buenos Aires´”, comenta con ironía que recubre cierto despecho.

La conversión se desvió hacia el clima en Campana, los cambios de los últimos años y lo que debe esperarse a futuro. Tema de otra nota, ésta ya se ha hecho larga, como lo fue la entrevista. Tanto, que en cierto momento noté a Carlos distraído. No le dije nada, estaba mirando el cielo.
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