Haciendo memoria: La familia y el fútbol, historias que se tiñen de “violeta”
Recorrimos un camino donde la sangre (roja, la verdadera, la de la familia) se entrecruza con la deportiva (la de Villa Dálmine). De padre a hijo, entre hermanos. Algunas, con singular éxito en cada etapa futbolística.

Dice el lema que, “de tal palo, tal astilla”, para hacer referencia a las familiares relaciones (deportivas) entre un padre y un hijo. Y, curiosamente llegó a nuestra mesa de trabajo una nota que surgió como disparador de la presente, y que habla de un apellido ligado a la Institución.
“Llegó y le dieron la 1. Así arrancó la historia de Julián Cappelletti, arquero de la sexta división (NdR: de Argentinos Juniors), que desde su arribo en 2016 no soltó la titularidad, fue elegido el segundo mejor arquero del año por los técnicos, y sueña con integrar el plantel de reserva”, decía el material en su primer párrafo.
“El año pasado, el 2016, llegué al club, empecé la pretemporada en mi club, Paraná FC de San Pedro. Vine a probarme gracias al contacto de un familiar con Marcelo Villasanti, que estaba como entrenador de arqueros, y ese jueves me llamaron a la coordinación, Enrique Borrelli me comunicó que había quedado. Me puse muy contento porque lo venía buscando hace mucho tiempo, me probé en varios clubes y siempre me volvía triste por no quedar”, así comenzó la vertiginosa carrera de “Cape”, como lo conocen todos en el club.
Cappelletti es hijo de Pablo, recordado arquero de Villa Dálmine en el equipo que consiguió el ascenso a la “B Metropolitana” en la temporada 1995/96 (un domingo por la mañana en la cancha de Almirantet Brown, venciendo 1 a 0 a Leandro N. Alem), algo que fue determinante para que Julián se decidiera por los guantes.
Pablo Cappelletti, compartía plantel con Pablo Galiano, Sergio Saucedo, Sandro Velasco, Walter Otta, Miguel Elsesser, Juan Martín Galeano, Aldo Repetto, Julián Infantino, Carlos Pereyra (autor del gol en la final), Miguel Castrellón, Damián Rivas Karlic, Diego Frattini, Alejandro Marinili, Diego Carrizo, Juan Carlos Suárez, Jorge Piñón, Héctor Gutiérrez, Ariel Giles, Luciano Beutler, Daniel Ielsich, Sebastián Bentiboglio, Mauro Ahumada, Hugo Gianabella, Walter Friedrich, Jorge Zapatta, Mario Guzmán y Gabriel Taborda, siendo el DT Omar Pepe y el AC César Robina.
¿Otra relación arquero padre-hijo? Los Pietrobono: Rafael e Ignacio. El primero, integró el plantel “violeta” que disputó el Torneo del “Nacional B”, tras coronarse campeón en la “B Metropolitana” 1989. Le tocó en suerte ser suplente de Carlos Tallarico, en el equipo dirigido por Roberto “Pipo” Ferreriro, que debutó empatando como visitante ante Huracán (1 a 1, el “Pato Botazzi, la igualdad) en Parque de los Patricios.
Entre otros compañeros, José Céliz, Jorge Latreite, Oscar Barrios, Hugo Genaro, Aníbal Bustos, Ricardo Martín Uran, Antonio Labonia, Carlos Acuña, Pedro Julio Galván, Roberto Fabián Cena, Gustavo Bartolucci, Jorge Ramírez, Oscar Rodríguez y Gustavo Balugano.
El hijo, “Nacho”, es actualmente integrante del plantel de la UAI Urquiza, en la “B Metropolitana, donde llegara en 2011 registrando a la fecha más de 68 partidos con dicha camiseta.
Pero, además del lazo familiar, también están aquellas historias que unen esa sangre con la que corre por las “venas violetas”. Por ejemplo, los Otta son otro caso de transferencia de puesto a puesto, pero dejando el tema de evitar y transformarlo en convertir: los goles. Dos delanteros. Walter Nicolás, campeón como jugador y como DT del “violeta”, en sendos ascensos a la “B Metropolitana”. Franco, sin posibilidades en el club (apenas 2 partidos), tiene su inicio de carrera forjado en el exterior: Tyrnavos y Zakynthos, ambos de Grecia.
El apellido Salvaggio liga las dos partes de la cancha. Porque Alberto Enrique fue arquero y Marcos registra paso en Mitre y Puccini como delantero. El primero, pieza importante entre 1984 y 1988, en el “violeta”. Algunos compañeros, solo por citar, José Basualdo, Osvaldo Caligiuri, Oscar Moris, Oscar Barrios, Víctor Hugo Crema y Héctor Horacio Scotta, aquel equipo que en la temporada 85/86 dirigía Roberto Resquín.
Mientras que el segundo llegó en la temporada 2016/17 de Independiente de Chivilcoy (paso también por Sarmiento de Junín), pero sin posibilidades de jugar con el de Campana.
Y la historia sigue con los Frattini: Miguel y Diego (padre e hijo); con los Benítez: Miguel y Sebastián (¿se habrán cansado de hacer goles con la “violeta”?), también herencia de padre a hijo.
O aquellas historias entre hermanos, pero ya mucho más cercanas en el tiempo: Pablo y Juan Martín Galeano; Matías y Cristian Ballini (además, padre Miguel, fue Presidente del Club); Walter y Alejandro Friedrich; o los hermanos Mariano y Santiago Gorosito, delanteros ambos, todos compartiendo equipo al mismo tiempo.
También los Pérez: Carlos y Jorge (arquero y defensor; integraron aquellos recordados equipos con Alberto Martínez, Pedro Bases, Carlos Mansilla, Carlos Vázquez, Eduardo Quinteros, Carlos Morales y Horacio Lobos).
Seguramente habrá otras historias que se escapan a nuestra memoria o a nuestro conocimiento. A ellos disculpas. Pero también la posibilidad de contactarse con nosotros, para ampliar nuestro conocimiento y el de todos nuestros estimados lectores.
También, la gentileza de siempre de Diego (webdelviola.com.ar), por las fotos que ilustran de “violeta” la presente nota.
“Llegó y le dieron la 1. Así arrancó la historia de Julián Cappelletti, arquero de la sexta división (NdR: de Argentinos Juniors), que desde su arribo en 2016 no soltó la titularidad, fue elegido el segundo mejor arquero del año por los técnicos, y sueña con integrar el plantel de reserva”, decía el material en su primer párrafo.
“El año pasado, el 2016, llegué al club, empecé la pretemporada en mi club, Paraná FC de San Pedro. Vine a probarme gracias al contacto de un familiar con Marcelo Villasanti, que estaba como entrenador de arqueros, y ese jueves me llamaron a la coordinación, Enrique Borrelli me comunicó que había quedado. Me puse muy contento porque lo venía buscando hace mucho tiempo, me probé en varios clubes y siempre me volvía triste por no quedar”, así comenzó la vertiginosa carrera de “Cape”, como lo conocen todos en el club.
Cappelletti es hijo de Pablo, recordado arquero de Villa Dálmine en el equipo que consiguió el ascenso a la “B Metropolitana” en la temporada 1995/96 (un domingo por la mañana en la cancha de Almirantet Brown, venciendo 1 a 0 a Leandro N. Alem), algo que fue determinante para que Julián se decidiera por los guantes.
Pablo Cappelletti, compartía plantel con Pablo Galiano, Sergio Saucedo, Sandro Velasco, Walter Otta, Miguel Elsesser, Juan Martín Galeano, Aldo Repetto, Julián Infantino, Carlos Pereyra (autor del gol en la final), Miguel Castrellón, Damián Rivas Karlic, Diego Frattini, Alejandro Marinili, Diego Carrizo, Juan Carlos Suárez, Jorge Piñón, Héctor Gutiérrez, Ariel Giles, Luciano Beutler, Daniel Ielsich, Sebastián Bentiboglio, Mauro Ahumada, Hugo Gianabella, Walter Friedrich, Jorge Zapatta, Mario Guzmán y Gabriel Taborda, siendo el DT Omar Pepe y el AC César Robina.
¿Otra relación arquero padre-hijo? Los Pietrobono: Rafael e Ignacio. El primero, integró el plantel “violeta” que disputó el Torneo del “Nacional B”, tras coronarse campeón en la “B Metropolitana” 1989. Le tocó en suerte ser suplente de Carlos Tallarico, en el equipo dirigido por Roberto “Pipo” Ferreriro, que debutó empatando como visitante ante Huracán (1 a 1, el “Pato Botazzi, la igualdad) en Parque de los Patricios.
Entre otros compañeros, José Céliz, Jorge Latreite, Oscar Barrios, Hugo Genaro, Aníbal Bustos, Ricardo Martín Uran, Antonio Labonia, Carlos Acuña, Pedro Julio Galván, Roberto Fabián Cena, Gustavo Bartolucci, Jorge Ramírez, Oscar Rodríguez y Gustavo Balugano.
El hijo, “Nacho”, es actualmente integrante del plantel de la UAI Urquiza, en la “B Metropolitana, donde llegara en 2011 registrando a la fecha más de 68 partidos con dicha camiseta.
Pero, además del lazo familiar, también están aquellas historias que unen esa sangre con la que corre por las “venas violetas”. Por ejemplo, los Otta son otro caso de transferencia de puesto a puesto, pero dejando el tema de evitar y transformarlo en convertir: los goles. Dos delanteros. Walter Nicolás, campeón como jugador y como DT del “violeta”, en sendos ascensos a la “B Metropolitana”. Franco, sin posibilidades en el club (apenas 2 partidos), tiene su inicio de carrera forjado en el exterior: Tyrnavos y Zakynthos, ambos de Grecia.
El apellido Salvaggio liga las dos partes de la cancha. Porque Alberto Enrique fue arquero y Marcos registra paso en Mitre y Puccini como delantero. El primero, pieza importante entre 1984 y 1988, en el “violeta”. Algunos compañeros, solo por citar, José Basualdo, Osvaldo Caligiuri, Oscar Moris, Oscar Barrios, Víctor Hugo Crema y Héctor Horacio Scotta, aquel equipo que en la temporada 85/86 dirigía Roberto Resquín.
Mientras que el segundo llegó en la temporada 2016/17 de Independiente de Chivilcoy (paso también por Sarmiento de Junín), pero sin posibilidades de jugar con el de Campana.
Y la historia sigue con los Frattini: Miguel y Diego (padre e hijo); con los Benítez: Miguel y Sebastián (¿se habrán cansado de hacer goles con la “violeta”?), también herencia de padre a hijo.
O aquellas historias entre hermanos, pero ya mucho más cercanas en el tiempo: Pablo y Juan Martín Galeano; Matías y Cristian Ballini (además, padre Miguel, fue Presidente del Club); Walter y Alejandro Friedrich; o los hermanos Mariano y Santiago Gorosito, delanteros ambos, todos compartiendo equipo al mismo tiempo.
También los Pérez: Carlos y Jorge (arquero y defensor; integraron aquellos recordados equipos con Alberto Martínez, Pedro Bases, Carlos Mansilla, Carlos Vázquez, Eduardo Quinteros, Carlos Morales y Horacio Lobos).
Seguramente habrá otras historias que se escapan a nuestra memoria o a nuestro conocimiento. A ellos disculpas. Pero también la posibilidad de contactarse con nosotros, para ampliar nuestro conocimiento y el de todos nuestros estimados lectores.
También, la gentileza de siempre de Diego (webdelviola.com.ar), por las fotos que ilustran de “violeta” la presente nota.