Estudio Contable Impositivo Degese: cuatro décadas con balance positivo
A la par de su familia, Néstor "Cacho" Degese vio crecer su emprendimiento profesional. Con clientes que son amigos, hijos que son empleados, y nietos que corren por los pasillos de las oficinas de San Martín 290, hoy suma cuarenta años al servicio de los vecinos y empresas de la Ciudad. Toda una vida, y una historia que además de letras, se escribe con números.

El 4 de Agosto de 1978, el flamante Contador Néstor Alberto Degese abría las puertas de su modesto estudio, en la casa de su abuelo. Porque la familia siempre marcó cada uno de los pasos que dio en una profesión que siempre quiso, y que hoy, cuarenta años después, mantiene su esencia.
Proveniente de una familia de comerciantes textiles, el Cdor. Degese (o Cacho, como le dice la mayoría de sus clientes, colegas y amigos) logró amar aquello que muchos detestan: los números. Y así, con mucho esfuerzo, logró recibirse en la Facultad Belgrano. Por aquel entonces, viajaba a diario en tren, junto a otros estudiantes con quienes aún hoy, guarda relación y comparte amistad.
Ya con el diploma debajo del brazo, abrió su propio lugar de trabajo. Espacio que compartía con otros profesionales, quienes no tenían un lugar donde trabajar. Supo hacer sus primeros clientes de algunos conocidos, o por recomendación. Varios de éstos, aún son parte de la extensa cartera de cuentas de atención. Muchos de ellos, además, también son considerados amigos.
Pero como dijimos anteriormente, el estudio Degese siempre tuvo ese toque familiar, que le brindaba la calidez que contrastaba con la frialdad de los números y los formularios. Cuando Aldana y Anabel jugaban por los pasillos de las oficinas, entre presentaciones de Afip y calculadoras, bajo la atenta supervisión y con el cuidado para que no tiraran ningún papel, las mini-secretarias ya tenían un lugar en el futuro del estudio.
Mientras Aldana logró recibirse de Contadora en la misma Facultad que su padre, Anabel eligió el camino de la docencia. Sin embargo, ambas trabajan junto a su padre y son parte del staff del EICD.
Sin embargo, la familia y el trabajo iban a seguir creciendo de la mano. Cuando Aldana formalizó su ingreso a la oficina, conoció a “Vitu”, uno de los empleados del lugar, con quien finalmente se casó, aún cuando al Papá-Jefe “no le cerraban los números”. Los nietos terminaron por convencerlo.
Al proyecto “unipersonal” de Néstor, además de su familia se sumaron Robert, Nora, Claudia, Rosana, Camila, Tamara y Silvia, todo un equipo que hoy también celebra los cuarenta años del Estudio Contable. Si le pedimos una opinión respecto al ejercicio de la contaduría hoy en día, los profesionales aseguran que “el principal desafío es la mayor complejidad de los sistemas contables, que se actualizan permanentemente, y exigen estar a tono con dichas actualizaciones”. Y recuerdan, los más “experimentados”, que allí operó una de las primeras computadoras en la zona, durante el arribo de la tecnología.
Cuatro décadas después, el tiempo logró afirmar aquello que se supo sembrar en los inicios. Donde la pasión por una profesión, combinada con el amor por la familia, y el afecto y la predisposición para ayudar a los amigos, resulta la receta perfecta de la permanencia, la continuidad, y un futuro con nuevos desafíos, y por sobre todas las cosas, con “números redondos”.
Proveniente de una familia de comerciantes textiles, el Cdor. Degese (o Cacho, como le dice la mayoría de sus clientes, colegas y amigos) logró amar aquello que muchos detestan: los números. Y así, con mucho esfuerzo, logró recibirse en la Facultad Belgrano. Por aquel entonces, viajaba a diario en tren, junto a otros estudiantes con quienes aún hoy, guarda relación y comparte amistad.
Ya con el diploma debajo del brazo, abrió su propio lugar de trabajo. Espacio que compartía con otros profesionales, quienes no tenían un lugar donde trabajar. Supo hacer sus primeros clientes de algunos conocidos, o por recomendación. Varios de éstos, aún son parte de la extensa cartera de cuentas de atención. Muchos de ellos, además, también son considerados amigos.
Pero como dijimos anteriormente, el estudio Degese siempre tuvo ese toque familiar, que le brindaba la calidez que contrastaba con la frialdad de los números y los formularios. Cuando Aldana y Anabel jugaban por los pasillos de las oficinas, entre presentaciones de Afip y calculadoras, bajo la atenta supervisión y con el cuidado para que no tiraran ningún papel, las mini-secretarias ya tenían un lugar en el futuro del estudio.
Mientras Aldana logró recibirse de Contadora en la misma Facultad que su padre, Anabel eligió el camino de la docencia. Sin embargo, ambas trabajan junto a su padre y son parte del staff del EICD.
Sin embargo, la familia y el trabajo iban a seguir creciendo de la mano. Cuando Aldana formalizó su ingreso a la oficina, conoció a “Vitu”, uno de los empleados del lugar, con quien finalmente se casó, aún cuando al Papá-Jefe “no le cerraban los números”. Los nietos terminaron por convencerlo.
Al proyecto “unipersonal” de Néstor, además de su familia se sumaron Robert, Nora, Claudia, Rosana, Camila, Tamara y Silvia, todo un equipo que hoy también celebra los cuarenta años del Estudio Contable. Si le pedimos una opinión respecto al ejercicio de la contaduría hoy en día, los profesionales aseguran que “el principal desafío es la mayor complejidad de los sistemas contables, que se actualizan permanentemente, y exigen estar a tono con dichas actualizaciones”. Y recuerdan, los más “experimentados”, que allí operó una de las primeras computadoras en la zona, durante el arribo de la tecnología.
Cuatro décadas después, el tiempo logró afirmar aquello que se supo sembrar en los inicios. Donde la pasión por una profesión, combinada con el amor por la familia, y el afecto y la predisposición para ayudar a los amigos, resulta la receta perfecta de la permanencia, la continuidad, y un futuro con nuevos desafíos, y por sobre todas las cosas, con “números redondos”.