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La Justicia mexicana otorgó la tenencia de su hijo a Priscila Sand

La joven campanense denunció haber sido secuestrada y abusada durante dos años por su esposo, un poderoso empresario vinculado a la mafia de aquel país. El fallo representa un alivio judicial en medio de una historia marcada por el horror, la violencia extrema y la impunidad. El acusado, Salvador Zubirán Rabay, permanece detenido, pero la víctima aún vive escondida por temor a represalias.
La justicia de México resolvió otorgarle la tenencia de su hijo a Priscila Sand, la joven oriunda de Campana que denunció haber sido secuestrada, abusada y amenazada durante casi dos años por su entonces pareja, Salvador Zubirán Rabay, un poderoso empresario con presuntos vínculos con sectores de la mafia y del poder judicial mexicano.

La decisión judicial, celebrada como un primer paso hacia la reparación y protección de la víctima, llega tras meses de denuncias públicas, pruebas contundentes y una creciente presión mediática. “Hoy no puedo decir que todo pasó… Pero estoy acá. Estamos acá. Y eso ya es suficiente”, expresó Priscila desde un lugar reservado, donde permanece oculta junto a su hijo de 9 meses. "Gracias a quienes me acompañan sin hacer preguntas, con una palabra, una oración, o simplemente con su presencia. No saben cuánto me sostienen sin saberlo", agregó.

La historia de Priscila comenzó a conocerse públicamente a principios de este año, cuando publicó un estremecedor video en redes sociales denunciando las condiciones inhumanas en las que vivió: incomunicada, sometida a control total, obligada a medicarse en contra de su voluntad y vigilada las 24 horas por cámaras, sensores y hasta nueve escoltas armados. Incluso, fue obligada a tatuarse el nombre del agresor en distintas partes del cuerpo.

Priscila relató que escapó el 15 de abril de 2025, con la ayuda de una amiga y bajo custodia de la policía antisecuestros. Desde entonces, vive escondida, temiendo por su vida y la de su bebé. En paralelo, su familia en Argentina también comenzó a recibir amenazas y mensajes intimidatorios, incluso con la difusión de imágenes íntimas, presuntamente enviadas por Zubirán Rabay.

La causa contra el acusado —quien suma al menos una docena de denuncias por secuestro, violación, violencia física y psicológica— cobró fuerza tras la difusión del testimonio de Priscila en el medio mexicano N+, donde también se sumaron otras voces, como la de la actriz argentina Laura Vignati, quien aseguró haber sido víctima del mismo hombre desde su adolescencia. “La justicia mexicana lo sigue protegiendo”, afirmó la intérprete, que también denunció un patrón sistemático de violencia y manipulación judicial por parte del agresor.

A pesar de la gravedad de los cargos, Zubirán Rabay se mantuvo en libertad durante semanas, hasta que fue finalmente detenido y trasladado al Reclusorio Varonil Oriente, imputado por violencia familiar y violación. Sin embargo, Priscila aún no puede regresar a la Argentina, ya que enfrenta una contradenuncia por “sustracción de menores”, presentada por el propio agresor antes de ser capturado, que activó una alerta internacional sobre su hijo.

Desde Campana, familiares, amistades y organizaciones de derechos humanos siguen con atención el caso y se organizan en apoyo a la joven, esperando sea repatriada junto al menor. La historia de Priscila no solo expone la brutalidad de su agresor, sino también los obstáculos judiciales y las complicidades que muchas veces impiden el acceso a la justicia.
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